Contaconto: El fraile

CUENTA CUENTOS, EL ABAD.

Ejemplo: El abad.

Esto era una vez un viejo monasterio, situado en el centro de un enorme y frondoso bosque, en el que vivían muchos frailes. Cada fraile tenía una función diferente. Así había un fraile portero, otro médico, otro cocinero, otro bibliotecario, otro pastor, otro jardinero, otro hortelano, otro maestro, otro boticario. Es decir, había un fraile para cada cosa. Como en todos los monasterios, el fraile que más mandaba era el abad.

En el pueblo se corría el rumor de que el abad no se merecía ese puesto, entonces el señor obispo se presentó en el monasterio y le preguntó por qué era él el abad y no otro de los frailes, a lo que el abad contestó que él podría hacer cualquier trabajo, y en cambio ellos estaban especializados en uno en concreto.

El obispo le pidió al abad que diese la oportunidad de demostrar su valía para el puesto a todos los frailes del monasterio, y así lo hizo. Al dia siguiente por la tarde el abad reunió a todos los frailes y dijo: “Dado que se duda de mi valía para este puesto, demostraré que soy el único capaz de realizar cualquiera de las tareas del monasterio, si alguno desea probar que tambien es capaz, adelante. Si de lo contrario falla, será expulsado”.

Todos quedaron en silencio, nadie se trevía y de repente sonó una vocecita al fondo “yo!”, era el blibliotecario. El abad quedó sorprendido y frunciendo el ceño dijo: adelante, comenzarás ahora mismo las pruebas!

La primera prueba era la de vigilancia, debía permanecer vigilando la entrada del monasterio 24h sin descansar, impidiendo que entrase nadie, y el abad ya se iba a encargar de mandar secuaces para sabotear la prueba y aprovechar a entrar cuando se quedase dormido. Eran las 6 de la mañana, el bibliotecario se moría del sueño así que coloco a la puerta un hilo que conectaba con una campana que llevaba él en el pantalón, entonces se echó a dormir y cuando los secuaces del abad se disponían a entrar sonó la campana y el fraile dijo: “alto ahí!” Y los detuvo. Pasaron las horas y superó la primera prueba.

La segunda prueba era la de médico, debía curar a un paciente con fuertes dolores de cabeza, algo que nadie había conseguido en el pueblo; el fraile bibliotecario fue al bosque cogió unas hierbas e hizo una pócima, una que era tan tan picante que cuando el pueblerino la tomó, le picaba la lengua de tal manera que suplicaba que le diese un remedio para este, así que el fraile le dio un jarabe para curarle el picor y fue tan grande el alivio que no se acordó más del dolor de cabeza.

El fraile fue superando así todas y cada una de las pruebas que el abad le planteaba, hasta en las que este metía alguna trampa para sabotear la prueba. Cuando ya había conseguido realizar todas las pruebas el abad y el obispo llegaron a sentir cierta admiración hacia él dado la sencillez y tranquilidad con la que superaba todas las pruebas. Al final del último día de pruebas el abad le preguntó cómo era capaz de realizar todas las tareas con tanta habilidad y sabiduría, a lo que este respondió: “Cuando era joven mi padre me dijo que la lectura transmitía muchos conocimientos de la vida, que el universo de la lectura abarcaba todos los campos del saber humano, solo hay que saber escoger los libros adecuados” “Por eso yo me hice bibliotecario, para en mis ratos libres buscar los mejores libros y convertirme en una persona mucho más completa”. El abad, boquiabierto fue a decirle lo que acababa de escuchar al obispo y entre los dos decidieron nombrar al fraile bibliotecario, abad del monasterio mientras que el antiguo abad cogería el puesto de bibliotecario con la esperanza de saber tanto o más como sabía aquel chico.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.


Relevo en Silos


Abad: vestuario: túnica negra y crucifijo

Pueblerino enfermo: hombre pobre desgastado y de piel negra




















Obispo: vestuario: túnica blanca y bastón

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